miércoles, marzo 09, 2016

Un 8 de marzo del 2016 (diario)



A mí me esperaban. La parejita. ¡Qué bien! ¿Por qué?
Mi llegada cubría expectativas.
Un chico y una chica.
El cuatro mi número de la suerte. No sé qué me llevó a adoptarlo, aunque nada es casual, ya que mi llegada a la vida ocupa ese orden.
Los dos primeros, varones. Ausentes en mi infancia. Presentes en los últimos días de mi madre. Ella los recordaba. Hablaba de ellos. Perdidos poco tiempo después de su nacimiento.
Cuánto dolor. Contenido. Reprimido. Dormido.
¿Cómo sufrieron esas pérdidas?
A mis cinco años perdimos a mi abuelo. Mamá pudo explicitar su dolor. Su duelo silenció su voz. De negro. Delgada. Triste. ¿Deprimida?
Siempre consideré que era grande su fortaleza. Que ella, no siendo autoritaria, tenía autoridad. Que era mujer de carácter. Severa y amorosa.
En un día que focaliza la mirada a la mujer, ella viene a presentarse ante mí.
Mi madre.

(Papá se fue hace medio año. Cuando cumplía noventa y uno. Empiezo a reconstruir)

No hay comentarios: